Por Pinocho Arturo Peña Batlle
Nació en la más extrema pobreza en un barrio capitalino a unas cuadras del parque Enriquillo. El excelentísimo presidente Trujillito (Abinader) ha sido, al igual que su padre, un emprendedor de toda la vida. Escaló a la cima sin recursos ni apoyo familiar, o apoyo político o institucional de ninguna clase e índole.
Recuerda su juventud entre bebidas (mabi de bohuco, guarapo de piña, triculí) y juegos de canicas en plena mugre y lodazal. Fue limpiabotas.
A pesar de tener suficiente plata, en vez de enviar a sus hijas a Miami o Europa (donde vacacionan el narco y las mafias políticas caribeñas y latinoamericanas) el finadisimo presidente Abinader las envía a vacacionar a Gallo Pelao, un campo sin agua potable ni luz en tierras cibaeñas.
Trujillito y su compañera sentimental (La Perinclita) se caracterizan por una irreverente visión cosmopolita; de avanzada y de mentes muy abiertas: nada de popi popi, nada de provincialismo y elitismo como en las mejores familias de la clase media baja, mediana y alta en Santo Domingo. Por ejemplo, cuando viajan a la Gran Manzana no se quedan en hoteles de lujo en Midtown más bien se hospedan en hoteles baratos o cuarticos de arriendo infestados de cucarachas en el mismo centro de Washington Heights con el objetivo de compartir con sus paisanos dominicanos.
El Perinclito elige bien sus amistades. Es tanto así que entre sus amistades y aliados políticos no se encontraran racistas, clasistas, etno-nacionalistas, machistas, homófobos o gente de mentalidad medieval y reaccionaria. Tampoco abusadores o explotadores. La pareja presidencial es neta y puramente de mentalidad decolonial.
El Jefesito es aficionado a las manifestaciones populares de herencia africana y taína. Baila palos y gagá. Disfruta de los ritmos caribeños. Baila bachata de los 80s, música de amargue de esa que solo las máquinas tragaperras tocaban en bares de mala muerte; el Trujillito admira desenfrenadamente a Xiomara Fortuna mientras le rinde culto a Olivorio Mateo. Su esposa Raquel, por ejemplo, se monta los fines de semana luego de una partida de dominó -que siempre termina perdiendo, claro está-con la chusma en los peatones de Los Mina. Y él también hace ensalmos ensalivados en sus visitas sorpresas. Come congrí, yaniqueque y helado de batata en fundita y los domingos en la Zona baila mas son cubano que Cuco Valoy.
Como buen cristiano y miembro de la muy respetada comunidad sirio-libanesa, Abinader se opone tajantemente a la construcción de muros y fronteras y por tal razón, recibe con brazos abiertos al extranjero y a los seres humanos que escapan de las miserias y las faltas de oportunidades.
El Benefactor de la Patria Nueva [Comesola], además de ser un Ricky Ricon dominicano y de tez blanca, es sumamente transparente como el agua. O el cloro. Y al contrario de las clases políticas corruptas, de los dictadores y de la beautiful people del mundo del espectáculo y la farándula, Abinader paga muchos impuestos al erario público y no esconde bienes o grandes sumas de dinero en paraísos fiscales.
Abinader no sufre de tutumpocresía y siempre cumple su palabra. Es un tipo fiel a su palabra, a los principios democráticos y a las promesas de cambio durante las campañas electorales.