Por Emmanuel Espinal y Nelson Santana
16 de diciembre de 2025
Cierre de la serie ESENDOM «16 contra la violencia» (25 de noviembre–10 de diciembre)
Puntos clave
El arco del 25 de noviembre al 10 de diciembre afirma que la violencia contra las mujeres es una violación de derechos humanos.
Esta serie fue un ejercicio de memoria activa para incomodar la indiferencia y exigir responsabilidades.
Las 16 historias muestran que la violencia no es un hecho aislado: es estructura.
El cierre no es un final: es un mandato para prevención, protección y justicia.
Un arco que es una acusación
El 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, no debería sentirse abstracto. En la República Dominicana —y en el exterior— esa fecha llega con el peso de un calendario que comienza el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, nacido del crimen contra Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, asesinadas por la dictadura trujillista.
Ese arco de 16 días no es una campaña de temporada. Es una afirmación brutal: si una mujer no puede vivir segura, los derechos humanos son un privilegio, no un derecho. Por eso ESENDOM levantó esta serie como se levantan los nombres en una plaza: para que no se queden enterrados en expedientes o titulares viejos.
Nombrar es una forma de justicia cuando la justicia no llega. Recordar es resistencia cuando el poder insiste en normalizar el miedo.
De «Las Mariposas» a las 16
Las Hermanas Mirabal no fueron asesinadas solo por enfrentar a Trujillo. Fueron castigadas por encarnar una idea que el autoritarismo y el machismo no toleran: la mujer como sujeto libre, con voz propia, con derecho a decir «no» y a organizarse. Eso es lo que conmemoramos el 25 de noviembre: no solo golpes y feminicidios, sino toda estructura que pretende domesticar a las mujeres mediante el terror.
Al llegar al 10 de diciembre, el país debe preguntarse: ¿de qué sirven los derechos humanos si, para tantas mujeres, el derecho más básico —la vida— sigue negociándose día a día?
Lo que revelan estas 16 historias
Las 16 entregas funcionaron como espejos de una misma realidad. No establecimos un ranking ni jerarquizamos el sufrimiento: cada mujer cuenta, cada caso denuncia un sistema, cada historia exige respuesta.
Violencia política e histórica: Minerva Mirabal, Patria Mirabal y María Teresa Mirabal; María Trinidad Sánchez; Anacaona, recordatorio de que la violencia contra las mujeres también ha sido colonial.
Violencia por desigualdad y despojo: «Mamá Tingó» (Florinda Soriano), asesinada por defender la tierra.
Violencia extrema que marca para siempre: Yocairi Amarante, atacada con ácido.
Violencia íntima y feminicida: Anibel González Ureña, Gladys Ricart, Emely Peguero —el peligro donde se supone que hay confianza. Rosaura Almonte «Esperancita», caso que abre el debate sobre violencia institucional y desigualdad social.
Desaparición, negligencia, desprotección: Paola Languasco, Sagrario Ercira Díaz, Yanelis Arias —historias que apuntan a la indiferencia oficial y la revictimización.
Violencia transnacional por odio racial: Lucrecia Pérez Matos, dominicana asesinada en España por un grupo neonazi en 1992 —el primer crimen reconocido judicialmente como delito de odio racista y xenófobo en ese país.
Violencia de Estado contra la disidencia: Andrea Evangelina Rodríguez Perozo, primera médica dominicana, torturada por el régimen de Trujillo por su oposición política.
La violencia no ocurre sola. Ocurre cuando la sociedad la tolera, cuando el sistema no protege, cuando el tribunal tarda, cuando la denuncia se pierde, cuando el agresor tiene más oportunidades que la víctima.
Derechos humanos es prevención, protección, justicia
Cerrar esta serie obliga a decirlo sin eufemismos: la violencia contra las mujeres es un problema de derechos humanos y de Estado. No se resuelve con indignación ni con hashtags. Se enfrenta con políticas sostenidas.
Si el país quiere honrar el 10 de diciembre con seriedad, hay cuatro tareas impostergables:
Prevención real: educación afectiva y de igualdad, campañas permanentes, detección temprana de riesgo.
Protección efectiva: rutas claras de ayuda, refugios suficientes, acompañamiento psicológico y legal, medidas que se cumplan.
Justicia oportuna: investigación diligente, sanción proporcional, cero tolerancia a la impunidad.
Reparación y memoria: apoyo a familias, reconocimiento público, documentación, compromiso de no convertir cada tragedia en noticia pasajera.
Y sí: esto implica a los hombres. No como «aliados» de ocasión, sino como sujetos responsables de desaprender la violencia y asumir que el machismo no es «carácter» ni «cultura»: es una práctica que mata.
Lo que ESENDOM afirma al cerrar esta serie
Con «16 contra la violencia», ESENDOM no quiso producir morbo. Quiso producir ciudadanía, insistir en que la memoria es una herramienta de justicia y que el periodismo cultural también tiene el deber de marcar postura cuando la vida está en juego.
Hoy la serie se cierra en papel, pero no en conciencia. Porque mientras una dominicana —en Santo Domingo, en El Bronx, en Madrid, en cualquier lugar— tema volver a casa, los derechos humanos siguen siendo una promesa incompleta.
Por ellas y por todas: ni una menos. «16 contra la violencia, memorias dominicanas»
Minerva Mirabal · Patria Mirabal · María Teresa Mirabal · María Trinidad Sánchez · Yanelis Arias · Sagrario Ercira Díaz · Rosaura Almonte «Esperancita»· · Paola Languasco · Yocairi Amarante · Gladys Ricart · «Mamá Tingó» Florinda Soriano · Andrea Evangelina Rodríguez Perozo · Lucrecia Pérez · Anibel González Ureña · Anacaona · Emely Peguero
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