Por Nelson Santana y Emmanuel Espinal
29 de octubre de 2025
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Este artículo forma parte de una serie especial de ESENDOM en la que revelamos, día a día, los nombres de los 20 mejores peloteros dominicanos de todos los tiempos según su WAR (Wins Above Replacement), la métrica que mide el valor total de un jugador para su equipo.
WAR (Victorias Sobre Reemplazo) mide numéricamente cuántas victorias adicionales aporta un pelotero específico comparado con un jugador promedio de Triple-A que subiría solo para cubrir la posición. Esta métrica domina el análisis moderno porque integra todas las facetas del juego —ofensiva, defensiva, velocidad en las bases, y pitcheo— en una cifra única, permitiéndote distinguir claramente entre jugadores que realmente impactan el resultado y aquellos que apenas ocupan espacio en el roster.
La lista incluye tanto a jugadores nacidos en la República Dominicana, como Pedro Martínez y Juan Marichal, así como a peloteros de ascendencia dominicana nacidos en Estados Unidos, como Alex Rodríguez y Moisés Alou. Con esta entrega buscamos no solo repasar estadísticas, sino también rendir homenaje a la influencia cultural y deportiva que estos atletas han dejado en la historia de las Grandes Ligas y en el orgullo dominicano.
José Ramírez no solo tiene una calle con su nombre en Cleveland. Tiene una ciudad completa que lo adoptó
José Ramírez no solo tiene una calle con su nombre en Cleveland—tiene una ciudad completa que lo adoptó definitivamente, una franquicia que lo blindó hasta 2028, y un legado que ya camina directo al Salón de la Fama. El antesalista de Baní, pequeño de estatura pero gigante en producción implacable, se ha convertido en la cara moderna indiscutible de los Cleveland Guardians: hits oportunos, jonrones decisivos, bases robadas eléctricas, compromiso comunitario y orgullo dominicano en plena vía pública permanente: «José Ramírez Way».
Biografía
José Enrique Ramírez nació el 17 de septiembre de 1992 en Baní, República Dominicana. Creció en condiciones humildes genuinas, jugando con hombres desde los 13 años y soñando con seguir la ruta de otro banilejo ilustre, Miguel Tejada. No tenía el físico prototípico impresionante. No era el «prospecto de portada». Pero tenía manos velocísimas, instinto de barrio puro y una ética de trabajo que los scouts serios reconocen de inmediato. Ese instinto lo llevó a Boca Chica en 2009, donde llamó la atención de Ramón Peña, cazatalentos de Cleveland, con algo muy simple y profundamente dominicano: le dio hit a absolutamente todo el mundo, once imparables en cuatro juegos. Lo firmaron por 50,000 dólares modestos. Ahí comenzó el proyecto J-Ram definitivo.
Debutó en Grandes Ligas el 1 de septiembre de 2013 como corredor emergente... y anotó la carrera del gane decisivo. Bienvenidos al show permanente. Para 2016 ya no era «muchacho del sistema», era el motor ofensivo indiscutible de Cleveland: promedio de .312, 46 dobles explosivos, defensa en múltiples posiciones y una Serie Mundial donde bateó .310 ante los Cubs. Desde entonces, dejó de ser utility de lujo y se consolidó como la cara diaria innegociable de la franquicia.
Llegaron los años verdaderamente monstruosos. Temporadas de 30+ jonrones demoledores, 30+ robos eléctricos, 100+ empujadas consistentes. Juegos de Estrellas repetidos. Silver Sluggers acumulados. Campañas donde literalmente cargó la ofensiva completa. Firmó una extensión histórica en 2022—cinco años, más de $124 millones garantizados, con cláusula de no cambio—algo inusual en el mercado moderno despiadado: una superestrella latina que decide quedarse en un mercado pequeño, no perseguir la agencia libre millonaria y decir en voz alta definitiva «esta es mi casa».
Cleveland le respondió con algo que jamás se negocia: pertenencia absoluta. Primero el José Ramírez Field, un diamante juvenil con césped sintético que financió junto al equipo. Después, en 2025, una calle oficial: «José Ramírez Way». Es el primer atleta activo en la ciudad con ese honor extraordinario. Un dominicano de Baní con vía propia en Ohio. Eso no es casualidad fortuita; eso es impacto cultural permanente.
Estadísticas y Legado
En números fríos, José Ramírez ya es una bestia histórica indiscutible. En sus primeras 12 temporadas suma más de 1,600 hits acumulados, 280+ jonrones contundentes, 280+ bases robadas y línea ofensiva de .280 de promedio con poder y disciplina excepcionales. Ha firmado múltiples campañas tipo 30-30 (jonrones y robos), incluyendo las de 2018 y 2024, algo rarísimo para un antesalista moderno. Entró también al club exclusivo 250-250 (250 cuadrangulares/250 bases robadas), convirtiéndose en el primer antesalista en la historia completa de MLB que lo logra y el primero en hacerlo con Cleveland. Eso lo pone en territorio absolutamente exclusivo, el tipo de dato que los votantes del Salón de la Fama veneran.
Desde la métrica moderna, su WAR de carrera alcanza 58.2 victorias sobre reemplazo, nivel élite entre jugadores dominicanos activos y un total que ya lo coloca en conversación directa con gigantes como Sammy Sosa y Manny Ramírez, acercándose peligrosamente al territorio de Robinson Canó y Adrián Beltré en la tabla histórica de valor dominicano. Todo esto, jugando en un cuerpo de 5'9" y 190 libras compactas.
Premios acumulados: seis Juegos de Estrellas, cuatro Silver Sluggers, un lugar en el All-MLB First Team, finalista anual legítimo al MVP (tercer lugar en 2017, 2018 y 2020; sexto en 2022). Ganó múltiples veces el premio Bob Feller Man of the Year, reconociendo al jugador más valioso para la organización, dentro y fuera del terreno.
Y fuera de las métricas frías, está lo simbólico profundo. Para Cleveland, Ramírez es el puente viviente entre la vieja era Indians y la nueva identidad Guardians. Para República Dominicana, es prueba tangible de que el talento criollo ya no es solo jonrón y espectáculo: es lealtad inquebrantable, compromiso comunitario genuino, inversión social permanente.
Conclusión
No todos los héroes llegan con marketing masivo; algunos llegan con guante gastado, sonrisa tímida y swing violento por ambas manos. José Ramírez tiene 5'9" de estatura física y estatus de leyenda absoluta. Tiene calle, literalmente pavimentada. Tiene niños en Baní jugando en un parque con su nombre y niños en Ohio que quieren batear exactamente como él. Y tiene algo más difícil de medir que el WAR: credibilidad indiscutible. Cuando Cleveland dice «este es nuestro tipo», lo dice con acento dominicano puro.
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