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Top 20 dominicanos MLB por WAR: Pedro Martínez

Deportes, BeísbolEMMANUEL ESPINALComment

Por Nelson Santana y Emmanuel Espinal
5 de noviembre de 2025

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Este artículo forma parte de una serie especial de ESENDOM en la que revelamos, día a día, los nombres de los 20 mejores peloteros dominicanos de todos los tiempos según su WAR (Wins Above Replacement), la métrica que mide el valor total de un jugador para su equipo.

WAR (Victorias Sobre Reemplazo) mide numéricamente cuántas victorias adicionales aporta un pelotero específico comparado con un jugador promedio de Triple-A que subiría solo para cubrir la posición. Esta métrica domina el análisis moderno porque integra todas las facetas del juego —ofensiva, defensiva, velocidad en las bases, y pitcheo— en una cifra única, permitiéndote distinguir claramente entre jugadores que realmente impactan el resultado y aquellos que apenas ocupan espacio en el roster.

La lista incluye tanto a jugadores nacidos en la República Dominicana, como Pedro Martínez y Juan Marichal, así como a peloteros de ascendencia dominicana nacidos en Estados Unidos, como Alex Rodríguez y Moisés Alou. Con esta entrega buscamos no solo repasar estadísticas, sino también rendir homenaje a la influencia cultural y deportiva que estos atletas han dejado en la historia de las Grandes Ligas y en el orgullo dominicano.

Pedro Martínez: el artista que domó la Era de los Esteroides

En Manoguayabo aprendió a lanzar con naranjas; en Fenway, convirtió cada pitcheo en manifiesto. Pedro Martínez no solo ganó juegos: cambió el vocabulario del dominio. Del prospecto «demasiado pequeño» al inmortal de Cooperstown, su mezcla de recta, cambio y mente fría redefinió lo posible para un pitcher latino en pleno auge ofensivo. En 2004 ayudó a exorcizar la maldición de Boston; en 2015, su placa selló la leyenda dominicana.

Biografía 

Pedro Jaime Martínez nació el 25 de octubre de 1971 en Manoguayabo, República Dominicana, quinto de seis hermanos en una casa de palma y zinc. Su padre, Pablo Jaime Abreu, trabajaba como conserje; su madre, Leopoldina Martínez, inculcó disciplina y orgullo pese a las carencias. Sin dinero para pelotas, Pedro lanzó naranjas; sin montículo, imaginó finales del noveno. Su hermano mayor, Ramón Martínez, ya brillaba en la organización de los Dodgers y fue puente, inspiración y espejo.

Firma y despertar profesional

Firmó con Los Ángeles Dodgers como agente libre amateur en 1988. En ligas menores pulió un cambio de mano circular que se volvería firma de autor. Debutó en MLB el 24 de septiembre de 1992 con los Dodgers, pero el prejuicio sobre su estatura (5’11”) lo encasilló como relevista. El cambio de vida llegó con un canje a Montreal por Delino DeShields (1994). Con los Expos, Felipe Alou le dio la pelota de abridor y libertad para ser Pedro: control, ferocidad competitiva y esa recta guiada por bisturí. En 1997 firmó obra maestra (17–8, 1.90 ERA, 305 K) y ganó su primer Cy Young.

Cumbres en Boston y consagración

En noviembre de 1997 pasó a Boston con contrato récord para la época. Lo que siguió desafió la lógica: 1999 (23–4, 2.07 ERA, 313 K, Triple Corona de pitcheo) y 2000 (18–6, 1.74 ERA, 0.737 WHIP, ERA+ 291) son dos de las mejores temporadas individuales jamás documentadas. Dominó en Fenway Park —paraíso de bateadores— y contra lineups cargados de sluggers en plena Era de los Esteroides. Fue 8 veces All-Star, MVP del Juego de Estrellas en 1999 y dueño de duelos míticos con Roger Clemens.

En 2004, pese a altibajos físicos, silenció a los St. Louis Cardinals con 7.0 entradas en blanco en el Juego 3 de la Serie Mundial, ayudando a Boston a romper 86 años de sequía. Llegaron los Mets (2005–2008) —con brillante primera campaña y otro podio de Cy Young— y un epílogo con los Phillies (2009) que lo devolvió a la Serie Mundial. Se retiró oficialmente en el 2011.

Después del retiro, Pedro se convirtió en analista de televisión, asesor especial de los Red Sox y embajador de una país que ve en él camino y orgullo. Su legado trasciende el montículo: academias, fundación y voz constante para las nuevas generaciones dominicanas.

Estadísticas y legado 

El expediente: 219–100, 2.93 ERA, 3,154 K y 83.9 WAR de por vida. Por WAR, Pedro es Top-3 entre peloteros nacidos en República Dominicana (detrás de Albert Pujols y Adrián Beltré) y #1 absoluto entre lanzadores dominicanos, superando—aunque no lo crean—a Juan Marichal. Ganó tres premios Cy Young (1997 en la Liga Nacional y con la Liga Americana ganó el premio en el 1999 y 2000), fue líder de efectividad 5 veces, ganador de la Triple Corona de pitcheo (1999), MVP del All-Star Game (Juego de Estrellas) (1999) y campeón de Serie Mundial (2004). Boston retiró su #45 y en 2015 entró al Salón de la Fama en primera boleta con 91.1%, el porcentaje más alto para un lanzador latino hasta ese momento.

El contexto magnifica todo: su dominio se escribió en la Era de los Esteroides, en Fenway Park —uno de los parques más favorables para bateadores— y contra lineups encendidos. Entre 1997 y 2003 registró marca de 118–36, 2.20 ERA, liderando repetidamente en efectividad, porcentaje de victorias y ponches. Sus métricas avanzadas son mitológicas: FIP 1.39 (1999), WHIP 0.737 (2000), ERA+ 291 (2000, el mejor de la era moderna). Pero más allá de los números, Pedro fue espectáculo: aquel All-Star de 1999 ponchando leyendas consecutivas en Fenway; seis innings sin hit en Cleveland pese a lesión de espalda (ALDS 1999); duelos épicos con Clemens que definieron una era.

Para República Dominicana y su diáspora, Pedro es orgullo compartido y prueba viviente. Demostró que estatura no define techo y que el intelecto del pitcher —secuencias, tempo, engaño, comandancia— puede doblegar eras completas. Su fundación Pedro Martínez en Manoguayabo, su academia y su voz mediática amplifican ese legado: talento, trabajo, cerebro y corazón. Es el estándar dorado para todo lanzador dominicano que sueña con las Grandes Ligas.

Conclusión 

Pedro Martínez es un ejemplo de seguir. Por ejemplo, su marcado acento en inglés es evidente, sin embargo, lo habla. Su manera de expresar intelectualmente su análisis de pelota es un arte cultivado a través de los años como maestro de la pelota. 

Pedro fue arte y filo: el cambio que se detenía en el vacío, la recta con destino exacto, el competidor que sonreía bajo presión máxima. Del niño de naranjas al maestro de Fenway, convirtió dudas en ovaciones y récords en lecciones eternas. Para cualquier joven en un play de tierra: miren a Pedro. No se trata solo de tirar duro; se trata de pensar, crear y creer hasta volver lo imposible, rutina diaria.​​​​​​​​​​​​​​​​ 

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