Por ESENDOM
17 de diciembre de 2025
Washington / Santo Domingo — El presidente Donald Trump firmó el 15 de diciembre de 2025 una orden ejecutiva que designa el fentanilo ilícito y sus precursores químicos como armas de destrucción masiva (WMD), enmarcando la crisis de sobredosis como amenaza de seguridad nacional.
Lo esencial de la orden
El texto argumenta que dos miligramos —el equivalente a 10-15 granos de sal— constituyen una dosis letal, y equipara el fentanilo ilícito a un agente químico más que a un narcótico. La orden instruye al Departamento de Justicia a intensificar investigaciones y procesamientos con posibles agravantes de sentencia; al Estado y Tesoro a perseguir activos y redes financieras vinculadas al tráfico; y a Seguridad Nacional a identificar redes de contrabando usando inteligencia asociada a amenazas WMD.
Notablemente, el documento usa el término arcaico «Secretario de Guerra» (no «Defensa») al ordenar coordinación militar y actualización de protocolos de respuesta a incidentes químicos.
Debate sobre la base técnica
Especialistas cuestionan la designación. Un informe de 2019 del Centro para el Estudio de Armas de Destrucción Masiva de la Universidad Nacional de Defensa concluyó que no existe «base, necesidad ni beneficio neto» en clasificar compuestos de fentanilo como WMD. Solo hay un caso documentado de fentanilo usado como arma: Rusia en 2002.
Las cifras de muertes también generan debate. Según los CDC, unas 48,000 personas murieron por fentanilo en EE.UU. el año pasado —una caída del 27% respecto al año anterior— cifras muy inferiores a las que Trump ha citado públicamente.
El ángulo dominicano
Para la comunidad dominicana en Estados Unidos, la orden puede traducirse en un entorno de aplicación más agresiva: mayor coordinación interagencial, más investigaciones financieras y un discurso que mezcla drogas con terrorismo. Ese cambio de marco tiende a impactar comunidades inmigrantes que viven en el radio de acción de operativos y controles, aunque no sean el objetivo formal.
Para República Dominicana, el Caribe sigue siendo un corredor sensible a dinámicas de interdicción y presión geopolítica. La administración Trump ya ha ejecutado más de 20 ataques contra embarcaciones sospechosas en el Caribe y el Pacífico oriental desde septiembre, dejando más de 80 muertos.
Si Washington trata el fentanilo como WMD, la conversación deja de ser exclusivamente de salud pública: pasa a ser de seguridad nacional, con consecuencias en cooperación regional, sanciones, vigilancia de rutas y persecución del dinero.
El desafío para dominicanos aquí y allá es doble: exigir respuestas eficaces ante una sustancia letal, sin normalizar que la emergencia diluya garantías y supervisión democrática.
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