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Cultura y conciencia

Peña Gómez y Ñico Lora cobran vida en Mao: murales que pintan memoria, identidad y futuro

arteEMMANUEL ESPINALComment

Por ESENDOM
06 de noviembre de 2025

Mao, Valverde.— La historia dominicana volvió a caminar por las calles. Según reportó El Nacional, la Dirección de Proyectos Estratégicos y Especiales de la Presidencia (Propeep) inauguró nuevos murales del programa «Paseo de los Colores» que incorporan a José Francisco Peña Gómez, Ñico Lora y los Padres de la Patria al paisaje urbano de Mao. Más de 1,400 m² de arte público transforman espacios emblemáticos y convierten rincones cotidianos en aulas a cielo abierto donde la ciudadanía reconoce su memoria y se mira en sus símbolos.

Los murales se distribuyen entre el Parque Central Rafael Antonio Núñez, la verja perimetral del cementerio del distrito municipal Jaibón, Pueblo Nuevo y el Centro Educativo Melitón Sánchez. En el Cruce de Guayacanes se develó una pieza especial dedicada a Peña Gómez, figura clave de la democracia dominicana. Durante la entrega, la subdirectora de Propeep, Yenny Chaljub, destacó que bajo la dirección de Robert Polanco y las directrices del presidente Luis Abinader, la iniciativa seguirá impulsando identidad y creatividad dentro del programa «Dominicana Cultural y Creativa».

La inauguración reunió a autoridades y comunidad: la gobernadora Martha Collado; los alcaldes Jhoendy Jiménez y Fernando Rodríguez; Lino Manuel García, coordinador del programa; gestores culturales y líderes barriales, mientras estudiantes del distrito Jaibón-Pueblo Nuevo presentaron baile folclórico. Arte, política pública y escuela se encontraron en una misma calle.

¿Por qué importan estos murales?

Porque el arte público es patrimonio vivo: no se guarda en vitrinas, se conversa. Cada trazo condensa biografías y luchas; cada color invita a la lectura del pasado desde el presente. En Mao, la ruta de murales dialoga con dos pilares de la identidad nacional: el merengue típico —a través del acordeón inmortal de Ñico Lora— y la democracia social —por la voz y el liderazgo de Peña Gómez—, además del panteón cívico de los Padres de la Patria. No es solo embellecimiento: es pedagogía en muro abierto.

Ñico Lora: el acordeón que alfabetizó el merengue

Francisco Antonio Lora Cabrera (Monción/Maizal, c. 1880–1881 – Navarrete, abril de 1971)Oficio: Músico, compositor y acordeonista. Uno de los padres del merengue típico (perico ripiao).

Heredero de una saga que alcanza el siglo XIX —con un abuelo francés, Félix Lunnaux, que llegó a la isla con el contingente de Leclerc en 1802—, Ñico Lora aprendió acordeón de niño y se convirtió en compositor sin academia y maestro de calle. Desde Los Candelones y toda la Línea Noroeste, su repertorio puso a bailar un país entre revoluciones, montoneras y modernidad. En su libreta cabían la crónica social, lo mágico-religioso y la vida cotidiana.

Obras referenciales: «San Antonio», «Tingo Talango», «San Francisco», «La invasión del 16», «Los Ángeles del cielo», «El tiro de gracia», «La protesta», «Me monté en un carro Ford», «El cometa Halley», «Desiderio Arias», «La viruela», «Hatillo Palma», «Las mujeres de Juan Gómez», «El telefonema».

Foto: Mural de Ñico Lora/ PROPEEP

Su versatilidad atravesó géneros: además de merengue, interpretaba fox-trot/one-step, polkas, pambiche y mazurcas, ritmos que recogió del intercambio cultural —incluida la ocupación militar de 1916— y tradujo a su propio fraseo. Durante la campaña presidencial de 1930, fue incluido —junto a Toño Abreu y Monguita Peralta— en una gira merenguista por todo el país.


Hay anécdotas que lo pintan entero: cuatro acordeones para distintas afinaciones, jornadas maratónicas “de amanecía” y, cuentan, sillas rotas de tanto compás. Más allá del mito, queda lo esencial: sembró melodías que hoy son patrimonio afectivo y marcó el ADN del merengue de acordeón. En Navarrete se levanta la Plaza de la Cultura Ñico Lora, gesto permanente a un músico que convirtió la ruralidad en alta escuela sonora.

Foto: Mural de Peña Gómez/PROPEEP

José Francisco Peña Gómez: la palabra que organizó la esperanza

José Francisco Peña Gómez (Mao, 6 de marzo de 1937 – Santo Domingo, 10 de mayo de 1998)Oficio: Líder político; tres veces candidato presidencial; alcalde del Distrito Nacional (1982–1986); referente de la socialdemocracia dominicana.


Nacido en Mao, de ascendencia haitiana, fue adoptado por la familia Pichardo tras la violencia de 1937. Estudió en la UASD y cursó posgrados en Francia. Desde 1961 se vinculó al PRD de Juan Bosch y, en 1965, su voz por Radio Santo Domingo llamó a la resistencia durante la Guerra de Abril. Ya como líder del PRD, acompañó los triunfos de Antonio Guzmán (1978) y Salvador Jorge Blanco (1982).

Foto: Mural de Peña Gómez/PROPEEP

Como alcalde del Distrito Nacional, modernizó espacios de la capital —se recuerdan la Plaza Güibia y jornadas de arborización en avenidas— y disputó la presidencia en 1990 y 1994, en contiendas atravesadas por irregularidades que desembocaron en reformas políticas. En 1996 ganó la primera vuelta; una alianza entre adversarios lo dejó corto en la segunda.


Más allá de los resultados electorales, su legado se mide en otros planos: vicepresidente de la Internacional Socialista, interlocutor de líderes como Willy Brandt, François Mitterrand, Olof Palme y Felipe González, y símbolo de movilización popular con un discurso de ciudadanía, justicia social y convivencia democrática. Falleció en 1998, a días de otra contienda municipal. Su nombre bautiza el Aeropuerto Internacional Las Américas – José Francisco Peña Gómez, una estación del Metro Santo Domingo y espacios públicos en varias ciudades. La Fundación Instituto José Francisco Peña Gómez mantiene su ideario con programas de formación cívica para jóvenes.

Los Padres de la Patria: brújola cívica en muro abierto
La presencia de Duarte, Sánchez y Mella en el Paseo de los Colores ancla la ruta en el origen de la República. Su incorporación recuerda que los procesos de memoria y futuro no se contradicen: se complementan. Un mural no es retrato estático; es interpelación cotidiana sobre los valores que nos sostienen.


Arte que convoca
La jornada en Mao fue también fiesta cultural: bailes folclóricos estudiantiles, comunidad en la calle y autoridades acompañando. Pero el impacto verdadero empieza ahora, cuando vecinos, estudiantes y visitantes crucen esos muros y se encuentren con la güira de Ñico y la voz de Peña. Que cada selfie sea excusa para leer, preguntar, recordar.


Si pasas por Mao, comparte tus fotos del Paseo de los Colores y cuéntanos qué historia te contó cada mural. El arte público cumple su misión cuando provoca conversación. Y en Mao, la conversación ya empezó.

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