Por Carabela García
13 d agosto de 2018
A veces un nombre captura la esencia de una persona.
Ese es el caso del presidente venezolano Nicolás Maduro quien ha decidido cambiar su apellido a Podrido. Maduro (ahora Podrido) preside un gobierno neoliberal y anti-democrático que tiene al pueblo venezolano bajo zozobra con sus políticas económicas anti-populares y abusos por doquier.
Maduro está podrido. Venezuela está en crisis; el hambre sacude al país sudamericano mientras los Maduristas (o la Podredumbre gubernamental) se dan la buena vida. Y reprimen y reprimen al pueblo trabajador.
Presidente Podrido (antes Maduro) se siente muy orgulloso de ser como es: un ser arrogante, cerrado, malhumorado que dice una cosa por un lado (soy socialista); y por el otro lado dice otra (multi-nacionales, vengan a Venezuela, bienvenidas sean, etc).
Venezuela: entre lo podrido y el lodazal
En Venezuela, nación con una larga historia de luchas democráticas, existen pocas alternativas electorales. Por un lado, la derecha (los venezolanos blanquitos) alegan tener la solución a la crisis pero sólo quieren una tajada más del pastel. Es tanto así, que el programa político de la derecha opositora (la Mesa de Unidad Democrática o MUD que en inglés quiere decir «barro o lodo») es igualito al de Maduro (ahora Podrido). La MUD (ósea El Lodo) es una conglomeración de los sectores oligárquicos venezolanos que responden a intereses del capital internacional.
Noticia de último minuto
El Madurismo (perdón, el Podridismo) ha enviado una delegación a Nicaragua a darle lecciones a Daniel Ortega, otro machito capitalista autoritario, para que se mantenga firme en el poder y refine el uso de la retórica progre (toda una falsa, pregúntele a Nassef Perdomo, Miguel Mejía, Chiqui Vicioso, Fidel Santana, etc.) mientras pega por la derecha.