Por Virgilio Aran
2 de septiembre de 2021
La guerra de Afganistán e Iraq benefició inmensamente al complejo industrial de armamento de los Estados Unidos. No sólo el estado le proporcionó jugosos contractos militares, sino que también en mucho de esos casos mantuvo a empresas económicamente viables que no hubiesen podido sobrevivir sin esos contratos. En este complejo industrial también se beneficiaron nuevos actores como empresas de mercenarios como sucedió con Blackwaters y otras empresas privadas que desempeñaron un rol clave en la industria de la guerra.
La burocracia guerrerista como el Pentágono y las nuevas instituciones que se crearon como consecuencia de la guerra contra el terrorismo incluyendo el Departamento de Seguridad Nacional. Con esta guerra se redefinió el papel imperialista de la OTAN y se le expandió su misión más allá de Europa. A nivel interno de los Estados Unidos, se beneficiaron las instituciones del orden como los departamentos de policía que recibieron armamento de guerra para control a la población y recortar las libertades civiles de los estadunidenses. Mientras esos grupos se beneficiaban, otros pagaron los platos rotos de estas guerras. Primeramente, la población civil en Afganistán e Iraq.
Los muertos y desplazados rondan en los millones debido a estos conflictos. Los soldados estadunidenses y sus familias que fueron lanzados a dos conflictos sin entender la razón de estos. La población mundial que observó como sus libertades eran violentadas por la guerra contra el terrorismo. La población musulmana que de la noche a la mañana se convirtió en una población perseguida a nivel mundial. La clase trabajadora porque estas dos guerras simbolizarían la debilidad existente en el movimiento de justicia social independiente de las élites. La oposición a dichas guerras fue muy débil. Y el hecho de que la izquierda no haya podido proporcionar una alternativa después de la salida de las tropas en ambos países es un reflejo de esa debilidad. ¿Y ahora quienes pagarán?
Es claro que el ejercito de Estados Unidos tenía la inteligencia suficiente de que los Talibanes podían tomar Afganistán y de que el ejercito afgano era débil. También el ejercito estadounidense incluyendo al presidente Joe Biden tenían como punto de referencia lo que había sucedido en Iraq, cuando las tropas se retiraron. Entonces, ¿Por qué este desastre que vemos? Un Afganistán inestable, y unos talibanes armados con armas sofisticadas del ejercito estadunidense es un problema para los países limítrofe a corto y largo plazo. Países como Rusia y China ahora tendrán que buscar soluciones a ese problema dejado por Estados Unidos. Los Talibanes de hoy son más fuerte y están mejor armado que los talibanes del 2001. En pocas palabras, Estados Unidos indirecta o directamente se convierte en el mayor suplidor de armas para ese grupo que hoy dirige Afganistán. En el caso de China, este país tendrá que preparar medidas de contingencia para su provincia de Xinjiang de mayoría musulmana. Las coincidencias existen en el mundo y esta es una muy peculiar ya que Estados Unidos y los países europeos acusaron a China de genocidio cultural en dicha región «el proceso de reeducación para borrar el islam de esa región». China tendrá que buscar medida e invertir grandes cantidades de dinero para asegurar que Afganistán no se salga de control. El otro país es Rusia, el penúltimo país en invadir Afganistán. Rusia al igual que China tendrá que invertir en un problema dejado por Estados Unidos. Si el ejemplo de Iraq se repite en Afganistán, y hasta ahora todo indica que va en ese camino, entonces dicha región entrará en un periodo de inestabilidad para los países fronterizos que no hemos visto en años. Al mismo tiempo esto le permitiría a Estados Unidos enfocarse en la política de giro hacia Asia. Pero al final, mientras las potencias juegan al tablero mundial que sólo beneficia a esas grandes élites, la clase trabajadora debe de fortalecerse y crear una unidad internacional basada en la lucha por las reivindicaciones sociales que reclaman, y la construcción de un sistema económico diferente. Si eso no lo hacemos, alguien escribirá un articulo similar en 20 años hablando de un conflicto desarrollado por las élites.
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Virgilio O Aran es organizador laboral, activista y pretendiendo ser escritor.