Por Miguel Ojoepalo
19 de noviembre, 2009
Hace rato que Leonel Fernández Reyna se hizo miembro honorario del Club Silencio. Si, el mismo club de amigos fundado por el sanguinario Dr. Balaguer en el 1966 con la asistencia incondicional del gobierno norteamericano.
El presidente dominicano guarda silencio cuando le conviene. Guarda silencio ante los numerosos escándalos de corrupción en los que se ven envueltos funcionarios claves de su gobierno. Fernández calla ante los mal llamados “intercambios de disparos” entre policías y jóvenes de barrios marginados. Agresión a periodistas. Silencio. Desaparecidos estilo Narciso Gonzalez. Silencio. Infringen derechos ciudadanos en la nueva constitución. Silencio. Excluyen de la política a la comunidad dominicana en el exterior. El más macabro silencio. Fuga de testigo e implicado en narcotráfico con posibles conexiones políticas y militares (affaire Sobeida). El más repugnante silencio. La prensa gobiernista publica artículos racistas que afectan la convivencia entre dominicanos y haitianos. Silencio. Los médicos y trabajadores de la salud demandan salario justo y mejores condiciones laborales. Silencio, desprecio y represión desde el despacho del Presidente dominicano.
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Silencio.Silencio.Silencio.
Leonel Fernández Reyna, protagonista de una vieja y pedante película muda.
Este gobierno estudia con mucha minuciosidad la opinión pública. De lo que se trata es de superar los errores de su predecesor, Hipólito Mejia, el cual perdió muchos puntos en la población por hablar de más cuando no hacía un buen gobierno. Lo que no quiere decir que este sea un buen gobierno. Todo lo contrario.
Pero Leonel no actúa solo. Se vale de un aparato propagandístico del más alto nivel. Una nueva generación de tecnócratas vende su intelecto a la maquinaria del poder. Algunos vienen de profesiones diversas: historia, mercadeo, sociología y poesía.
Es tanto así que el estado dominicano ha llegado al extremó de contratar a un poeta de mala leche para conducir encuestas de opinión pública.
Al final, los datos recopilados ayudan a discernir el momento indicado para pronunciarse sobre algún tema de actualidad. O cuando conviene guardar silencio. Leonel y su camarilla actúan por conveniencia propia.
Cabe destacar que por su eficaz trabajo servil, el poeta de mala leche recibió un premio literario este año valorado en 250 mil pesos.
Ese es solo un ejemplo de cómo Leonel premia la burocracia que le sirve. Así es que a comienzos del siglo veintiuno en Santo Domingo se alienta la poesía de mala leche y el silencio desde las esferas del poder.
(La opinión expresada en este artículo no es necesariamente la opinión de ESENDOM)