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5 héroes de la Guerra de la Restauración que debes conocer: Gaspar Polanco

historiaNelson SantanaComment

Por ESENDOM
14 de agosto de 2025

A diferencia de la mayoría de países, la República Dominicana celebra dos independencias. La Guerra de la Restauración (1863-1865) representa uno de los episodios más heroicos y definitorios de la historia dominicana. Tras la controvertida anexión a España proclamada por Pedro Santana el 18 de marzo de 1861, el pueblo dominicano enfrentó una nueva forma de dominio colonial que amenazaba su soberanía y su identidad nacional recién consolidada.

El 16 de agosto de 1863, en el cerro de Capotillo, catorce patriotas cruzaron desde Juana Méndez, Haití, para alzar la bandera tricolor sobre suelo dominicano. De acuerdo con investigaciones históricas y fuentes como la Academia Dominicana de la Historia y el Compendio de la historia de Santo Domingo, el núcleo de este grupo estaba encabezado por Santiago Rodríguez, acompañado de Benito Monción y José Cabrera, mientras que Pedro Antonio Pimentel se unió a ellos en Capotillo para consumar el izamiento de la bandera.

Lo que comenzó como un levantamiento en las zonas rurales del Cibao se transformó rápidamente en un movimiento nacional que unió a campesinos, veteranos de guerra y líderes políticos. Durante dos años de intensos combates, figuras legendarias como Gaspar Polanco, Gregorio Luperón y José Antonio Salcedo encabezaron una resistencia que no solo buscaba recuperar la independencia, sino reafirmar la identidad dominicana frente a las potencias extranjeras. La guerra culminó políticamente el 3 de marzo de 1865, cuando España emitió el Real Decreto que anulaba la anexión, y concluyó definitivamente con la evacuación de las tropas españolas en julio de ese mismo año, demostrando al mundo que el espíritu independentista dominicano era inquebrantable.

En ESENDOM, recordamos a cinco de estos héroes para conmemorar el 162 aniversario de la Guerra de la Restauración.

Gaspar Polanco: La primera espada que forjó la victoria Restauradora

En los campos de Monte Cristi, donde el sol del Caribe moldea caracteres férreos y la tierra genera líderes naturales, nació en 1816 un hombre destinado a convertirse en el genio militar más brillante de la Guerra de la Restauración. Gaspar Polanco Borbón, hijo de la próspera familia de Valentín Polanco y Martina de Borbón, creció entre hatos ganaderos y plantaciones de tabaco, forjando en el trabajo de campo las habilidades que más tarde trasladaría con maestría al arte de la guerra.

Su educación no vino de salones académicos ni de libros de estrategia militar. Polanco aprendió a leer el terreno antes que las letras, a montar a caballo antes que aprender a escribir su nombre, y a comandar hombres a través del respeto ganado en el trabajo diario. Esta formación práctica se revelaría como la preparación perfecta para un líder que habría de enfrentar uno de los mayores desafíos militares de la historia dominicana.

La familia Polanco respiraba patriotismo: su hermano mayor Juan Antonio se convertiría en general restaurador, su hermana Rita se casó con Federico de Jesús García, y su sobrina Ana fue esposa del futuro presidente Pedro Antonio Pimentel. En esta atmósfera de compromiso nacional, Gaspar desarrolló desde temprano una conciencia profunda sobre el destino de su patria.

De la independencia de 1844 al dilema de la anexión

La Guerra de la Independencia de 1844 encontró a Polanco listo para servir como coronel en la Batalla de Talanquera y en la decisiva Batalla del 30 de Marzo. Sus tropas, reclutadas en las zonas rurales de la Línea Noroeste, se distinguieron por su extraordinaria movilidad y conocimiento íntimo del terreno. Durante los años siguientes se consolidó como uno de los oficiales más respetados, combatiendo contra incursiones haitianas hasta alcanzar el rango de general de brigada en 1858.

La controversial anexión a España en 1861 colocó a Polanco en una posición compleja. Como general de brigada y jefe de Caballería en la Línea Noroeste, inicialmente apoyó la causa española, influenciado por las promesas de estabilidad que Pedro Santana pregonaba. Sin embargo, cuando la realidad de la dominación española se hizo evidente —con sus nuevos impuestos, funcionarios extranjeros y desprecio por las tradiciones dominicanas— su conciencia patriótica despertó definitivamente.

El momento histórico: cuando la guerra necesitó a su general

Cuando estalló la Guerra de la Restauración en agosto de 1863, Gaspar Polanco se encontraba en una posición única: era el único general sobreviviente de las campañas independentistas de 1844 que podía aportar experiencia militar real al movimiento insurgente. Su adhesión a los restauradores liderados por Pedro Pimentel, Juan Antonio Polanco y Benito Monción representó un golpe devastador para los españoles.

En pocos días fue proclamado Comandante en Jefe por todos los caudillos del movimiento restaurador, reconocimiento que reflejaba no solo su experiencia militar, sino el respeto unánime que inspiraba entre los líderes regionales. Este nombramiento marcó el inicio de la fase más brillante de su carrera militar y el momento en que la Guerra de la Restauración adquirió la dirección estratégica que necesitaba para triunfar.

Santiago en llamas: la estrategia que cambió la historia

El momento de mayor gloria de Polanco llegó durante el asedio de Santiago en septiembre de 1863. Enfrentado a la poderosa fortaleza de San Luis, defendida por tropas españolas bien pertrechadas, Polanco tomó una de las decisiones más audaces de la guerra: ordenó incendiar gran parte de la ciudad para privar al enemigo de cobertura y recursos.

Esta táctica de «tierra arrasada», aunque dolorosa para la población local, demostró su genio estratégico. Sin provisiones ni refugio, las tropas españolas se vieron obligadas a replegarse, siendo hostigadas y sistemáticamente derrotadas en El Carril, El Limón, Gurabito y Puerto Plata. La secuencia de victorias consolidó definitivamente a Polanco como Generalísimo y figura central de la gesta restauradora.

 

El historiador y médico Alcides García Lluberes lo definiría como «la primera espada» de la guerra, mientras que Juan Bosch lo reconocería como el verdadero gran jefe guerrero de la Restauración, destacando su capacidad táctica incluso por encima de figuras tan respetadas como Gregorio Luperón.

El peso del poder: presidencia entre gloria y controversia

El 10 de octubre de 1864, Polanco encabezó un golpe contra el presidente restaurador José Antonio «Pepillo» Salcedo, a quien acusaba de vacilaciones políticas y de pretender negociar con figuras anexionistas. Su breve presidencia (octubre 1864-enero 1865) buscó implementar medidas económicas y educativas progresistas, pero se vio empañada por la controvertida orden de fusilar a Salcedo en Maimón, Puerto Plata, el 5 de noviembre de 1864.

Aunque esta decisión fue aprobada por otros líderes restauradores, marcó su legado con una sombra de intransigencia. Su gobierno también enfrentó críticas por otorgar privilegios comerciales a allegados vinculados al negocio del tabaco, decisiones que contribuyeron a su derrocamiento en enero de 1865.

El final de una leyenda

Tras su caída del poder, Polanco se retiró a sus propiedades ganaderas, pero continuó participando en la turbulenta política dominicana. En 1867, defendiendo al presidente José María Cabral durante un enfrentamiento en Sabaneta, fue herido en un pie. La herida se infectó gravemente y, víctima del tétanos, falleció en La Vega el 28 de noviembre de 1867, a los 49 años.

El legado complejo de un genio militar

Sus restos reposan en el Panteón Nacional, honor que refleja el reconocimiento oficial a sus contribuciones históricas. La memoria de Gaspar Polanco permanece en ese territorio complejo donde se encuentran la admiración y la controversia, la gloria militar y los cuestionamientos éticos.

Para muchos historiadores, Polanco fue el artífice militar que hizo posible la victoria restauradora, el estratega cuyo genio táctico compensó las limitaciones materiales del ejército dominicano. Para otros, fue un caudillo cuya ambición personal y métodos extremos empañaron logros que habrían sido incuestionables.

Lo indiscutible es que sin el genio estratégico de Gaspar Polanco, sin su valor personal en los momentos decisivos y sin su capacidad para transformar campesinos en soldados efectivos, la historia de la independencia definitiva de la República Dominicana habría tomado un rumbo muy diferente.

Gaspar Polanco Borbón permanece en la memoria nacional como «la primera espada» de la Restauración, el general que demostró que el coraje, la estrategia y el amor a la patria pueden vencer incluso a los ejércitos más poderosos cuando se combinan en el corazón de un verdadero líder.

[Mañana… otro nombre que usted no puede perderse.]

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