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Muros racistas y silencio progre en República Dominicana

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Por Amaury Rodríguez
9 de marzo de 2021

Ahora quieren erigir un nuevo muro para salvaguardar sus pellejos. La élite Nazionalista dominicana, remanentes del colonialismo, busca re-editar un nuevo capítulo de la barbarie en esta Fortaleza Santo Domingo que no se termina de edificar. Ahí está la prensa derechista y anti-democrática dominicana amplificando a todo volumen la retórica del vomito. Es la música canalla que se escucha. Abinader y los otros momios, los de ayer y los de hoy, amenazan con erigir verjas en la frontera a costos millonarios mientras empeora la crisis sanitaria y social a causa de la pandemia global.

Sistema irracional: la clase dominante prefiere invertir millones para iluminar un muro racista en la frontera con Haití mientras los apagones eléctricos son el pan de cada día en los barrios populares. La prioridad del capital va en contra de la gente. ¿A quien le sirve un muro racista? A la mafia militar apostada en las zonas fronterizas y a la clase empresarial que criminaliza la mano de obra barata proveniente de Haití. ¿A quién le sirve un muro racista?

El presidente Luis Abinader, el tutumpote presidente Abinader, estudió a carta cabal la libretilla patriotera de la reacción dominicana: en medio de la crisis, echar mano al tema de la inmigración de nacionales del vecino Haití para fines políticos. Criminalizan la inmigración como si fuera un crimen huir de la pobreza. Entonces, ¿Es un crimen cuando los dominicanos emigran a los Estados Unidos y a otros países huyéndole a la falta de trabajo y al hambre perpetuada por la politiquería dominicana, la misma derrochadora del erario público en lujos y viajes a Miami o a Europa. Dividir y polarizar, son los ejes de la clase política dominicana.

Por primera vez en veinte años, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y sus aliados de la extrema derecha están fuera del poder. Aun así, desde las esferas del poder, se sigue promoviendo el odio y la xenofobia hacia personas de origen haitiano. Se promueve a la vez, la discriminación racial en contra de dominicana/os negrxs. El morenaje es el enemigo interno. El gobierno de los blanquitos, de los millonarios de Abinader adopta las políticas de la caverna; es la nueva cara del programa político de las élites explotadoras y opresoras, un programa compartido al lado de sus socios, los antiguos peledeístas seguidores de Leonel, la derecha cristiana y el balaguerismo. O más bien, el señor presidente se siente más a gusto expresando su elitismo, racismo y clasismo, la ideología de clase enraizada en su innegable origen tutumpote.

Estamos ante el continuismo peledeísta y balaguerista ahora encarnado en el «gobierno del cambio» del Partido Revolucionario Moderno (PRM) que tantas expectativas lleno en grandes sectores de la población. Un gobierno que ha hecho algunas concesiones, pequeñas concesiones de poco impacto económico y social para las grandes mayorías. Gobierno nuevo y viejo a la vez, dispuesto  a revertir derechos democráticos imponiendo toques de queda y profundizando la explotación capitalista a como de lugar.

Una vez más, se repite la historia. El Estado dominicano cuenta con aliados útiles. Abinader no está solo. Al igual que en los gobiernos peledeístas, ahora basta con adornar uno que otro ministerio gubernamental con intelectuales progres y sectores de la sociedad civil. Cumplen el rol de toda ala progresista: lavar la imagen del gobierno, confundir y desmovilizar los movimientos sociales. Optan por callar ante los abusos policiales, las políticas racistas del «gobierno del cambio», la depredación del medio ambiente a manos de la megaminería, el entreguismo a Washington, el desinterés en demoler los anacrónicos códigos laborales y los códigos criminales de raigambre trujillista, pilares de la explotación y piedras de contención que impiden el avance de la legislación favorable a los derechos reproductivos de las mujeres. Los progres no quieren vivir en trumpolandia pero con su silencio, construyen trumpolandia en RD. Los progres de ayer, son los conservadores de hoy.

Con el silencio y la inacción de sectores que una vez fueron progresistas mientras hacían oposición al PLD y también fueron blanco de la derecha, Abinader gana más tiempo. Preside un gobierno débil ante las crecientes presiones populares. Pero las caretas progresistas no engañan. Desde ya, les toca a los movimientos sociales seguir dando la pelea por la carestía de la vida, la democratización y la transformación social organizados en instrumentos de lucha independientes de los partidos del sistema y de esa manera enfrentar a la caverna dominicana en todas sus vertientes desde el rancio PLD y los balagueristas hasta el gobierno de Abinader y sus aliados progres.

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