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Cultura y conciencia

la luz de un cigarrillo

Crítica: «La luz de un cigarrillo» relumbra en las noches de Nueva York

Arte, TeatroESENDOM

Por Emmanuel Espinal
30 de mayo del 2011

Imagen del programa de la obra de teatro La luz de un cigarrillo

No hay mejor narrador que quien vive o es testigo de una experiencia para contar lo sucedido. Ese es el secreto al éxito de la obra La luz de un cigarrillo, escrita y dirigida por Marco Antonio Rodríguez nacido en Nueva York de padres dominicanos. La luz de un cigarrillo es una obra escrita por un dominicano para los dominicanos y el público en general. Marco Antonio logra representar, eficientemente, a millones de dominicanos en tres personajes con los cuales se puede identificar cada dominicano de una forma u otra.

La luz de un cigarrillo es el espejo de cualquier familia dominicana o latinoamericana. Una madre soltera, que emigra en busca de un futuro mejor trabajando arduamente para sacar a su hijo hacia delante, pero en ese transcurso se corta el ombligo umbilical con su hijo. Dentro de esa compleja relación madre e hijo entre Luz, protagonizado por Susana Guzmán, y Julio César, protagonizado por Ismael Cruz Córdova, Rodríguez envuelve muchos temas centrales de la obra entre ellos las diferencias entre generaciones e educación demostrando a través de otro tema, la homosexualidad. La dinámica entre familias rotas se exhibe entre todos los personajes ya que cada una de las familias, no es una familia convencional compuesta de un padre, una madre y los hijos.

Entrando el personaje de la Tía Divina, protagonizado por Arisleyda Lombert, salen a relucir otros temas como el añorar la patria y como logran asimilarse algunos fácilmente. En una escena en cual Luz y Divina sostienen un “tira y jala” hablando sobre el campo en cual nacieron. Divina añorando la belleza y las peculiaridades campestres mientras Luz acordándole las deficiencias. También vemos lo mismo en conversaciones con Julio César; donde Julio le recuerda a Luz que no ha vuelto en quince años, esto después de aprender que se hizo ciudadana americana. Además se encuentran dispersos los temas del rechazo paternal, la pérdida de un hijo, y la soledad entre otros.

El tema más importante, la dominicanidad, se encuentra en todo comenzando con el lenguaje pintoresco con el cual Marco escribió la obra; más un dialecto con un acento fuerte dominicano enunciado perfectamente, producto del trabajo de la asistente de dirección y dialecto, Yolanny Rodríguez. La dominicanidad está incluso en la comida que sirven en la obra como arroz, habichuelas, y carne guisada conocida también como “la bandera” acompañada de aguacate y ensalada de papa, luego un sancocho y hasta la cerveza Presidente no se quedó atrás. Además la música que se menciona de artistas como Johnny Ventura y su tema “Patacón Pisao”, Milly Quezada, Luís Segura y su tema “Pena”, Cuco Valoy, y hasta Fefita la Grande nos transportan a ese ambiente dominicano.

Yo ví que no estaban presentándose en tarimas las historias contemporáneas dominicanas; todo era siempre histórico, trágico, violento y para mi yo decía, ¿y dónde están las voces contemporáneas dominicanas?
— Marco Antonio Rodríguez

Milly Quezada, “la reina del merengue”, quien fue una de las madrinas y voces más efervescentes en llevar la obra al teatro, estuvo presente entre el público que disfruto de la obra la noche del 25 de mayo. Esta es la primera obra escrita por un dominicano que llega al escenario y es netamente dominicana, por eso es imprescindible darle apoyo a una obra espectacular que emotivamente relata las historias de los dominicanos que emigran de su país. “La luz de un cigarrillo” es una obra que desde que se enciende la luz se va quemando lentamente, como un cigarrillo, envolviendo al público en una tormenta de emociones; entre risas, recuerdos propios, hasta llegar al emotivo final en cual se extingue la luz y queda el último copito de humo dejando las huellas suspendidas en el aire.

Los personajes que encienden La luz de un cigarrillo

Marco Antonio Rodríguez, escritor, director y productor de la obra, habló sobre la inspiración para escribir la obra:

«Yo ví que no estaban presentándose en tarimas las historias contemporáneas dominicanas; todo era siempre histórico, trágico, violento y para mi yo decía, ¿y dónde están las voces contemporáneas dominicanas? ¿Por qué nadie está presentando, algo tan bello, y especialmente la mujer latina? Dije, bueno nadie lo está haciendo, ¡lo voy hacer yo! Por eso escribí La luz de un cigarrillo y me inspiré mucho en mi propia familia, en las mujeres de mi vida, mi madre, mi tía, mi abuela, para llevar a escena eso universal que es cualquier latino que emigra de otro país a Nueva York o cualquier otro país. Lo que llevan con ellos la psicología que pasa y también esa distancia que pasa con la generación que se cría en un país americano a diferencia de los que vinieron de nuestro país. La inspiración realmente fue que no estaban siendo contadas nuestras historias contemporáneas en español.»

De las mujeres en la vida de Rodríguez llegan los personajes de Luz y Divina, protagonizados a la perfección por Susana Guzmán y Arisleyda Lombert respectivamente. Marco Antonio Rodríguez cuando estaba haciendo el “casting” tenía a Susana Guzmán, una amiga de muchos años, como la estelar para el papel de Divina. Desde que Susana logró leer el guión insistió en hacer el papel de Luz. A pesar de que Rodríguez pensaba que ella era muy joven para protagonizar el papel de Luz, tuvo que acceder y darle el papel principal de Luz al ver la transformación de Susana en la primera lectura y no se equivocó en la elección. Susana hace un trabajo estelar dándole vida a un personaje complejo y vibrante, de una madre soltera emigrante que trabaja arduamente para salir adelante con su hijo. La aptitud de Susana para personificar a Luz es sin igual, logrando plasmar la fuerza de tantas mujeres latinas que a diario viven el personaje en carne propia. La inspiración de su actuación son sus tías, de quienes tomó algunas cualidades y le dedicó su trabajo en esta obra a ellas. Sus tías pueden estar orgullosas de la presentación de Susana que es el pilar de la obra en sí.

¿Por qué nadie está presentando, algo tan bello, y especialmente la mujer latina? Dije, bueno nadie lo está haciendo, ¡lo voy hacer yo!
— Marco Antonio Rodríguez

Arisleyda Lombert logró apropiarse del papel de Divina después de audicionar en una lectura de la obra. La actuación de Arisleyda es la chispa que enciende la obra con las locuras del personaje de Divina, que ella personifica con esmero. Refiriéndose a si el personaje tiene cualidades propias ella dijo, “todas las tías son diferentes aunque esta Divina tiene muchas cosas que yo tengo, por ejemplo yo soy alegre, me gusta compartir con mis amigos, amo a mi familia, adoro a mi país como se refleja en la obra”. Arisleyda es ejemplar en personificar a Divina y es la que pone al público a reír de muela a muela.

El tercer personaje que completa la obra en sí es el de Julio César, que es protagonizado por Ismael Cruz Córdova, quien es puertorriqueño pero su personificación de un joven dominicano es impecable. Ismael le da el toque dramático a la obra que hipnotiza al público por la tensión de la relación madre e hijo de Julio César y Luz. La verdad es que el “casting” de Rodríguez es ejemplar ya que los actores fueron seleccionados a la exactitud incluyendo el escenario que juega un papel en la obra también, la escenografía estuvo a cargo de Yanko Bakulic. La luz de un cigarrillo es una obra excelente, que sin lugar a duda expone el talento dominicano en la ciudad de Nueva York. Exhortamos que vayan a ver esta obra antes de que se le extinga la luz al cigarrillo el día 19 de junio. 

Foto de boleta de La luz de un cigarrillo en el Teatro La Tea