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Fantasmas Coloniales —entrevista con Dixa Ramírez

Por Amaury Rodríguez y Emmanuel Espinal
15 de noviembre de 2018

¿Cuál fue tú motivación para escribir este libro?

Yo escribí el libro que yo soñaba existiera. Mi disciplina en estudios caribeños, Latinx, y la Diáspora Africana me llevaron a la conclusión de que la cultura y la historia dominicana tenían algo único y hasta extraño que enseñarnos sobre cada una de esas ramas. Yo añoraba un libro que enseñara la historia única de la República Dominicana cómo un espacio donde vivía una población negra en libertad, mayormente, por muchos siglos que influyó como los dominicanos se perciben ellos mismos y como los perciben los demás. Por el orden de la jerarquía global, las formas en que los antiguos imperios veían la República Dominicana indeleblemente moldearían literatura (por ejemplo Salomé Ureña, Julia Álvarez, Aurora Arias, y Junot Díaz), música y (por ejemplo Amara la Negra, Maluca Mala, Tony Seval y El Alfa), cine (La Soga, Princesas y Dólares de Arena) y hasta arquitectura dominicana (El Faro a Colón).

¿Como defines tú la dominicanidad?

Yo no pienso que sea una sola cosa en particular.

¿Qué contribuciones estás haciendo en tú libro para avanzar el tema acerca de la dominicanidad en los Estados Unidos?

Colonial Phantoms (Fantasmas Coloniales en español) demuestra las maneras de cómo la cultura e historia dominicana ocupan un lugar singular en las Américas habiendo tenido una sociedad mayormente de negros libertos por muchos siglos. El libro explora cómo los dominicanos han manejado este legado, en espacios extranjeros y en la isla, al igual que los que no son dominicanos. Veo mi libro resaltando como las historias oficiales en la R.D. y en los EE. UU. —historias oficiales a nivel nacional y regional— han ofuscado este espacio crucial de libertad negra en toda su ambivalencia.

También argumento que la mayoría de conversaciones dentro de las áreas de estudios Latinx, Latinoamericana y diáspora Africana han incomprendido y puesto a un lado el ejemplo dominicano porque estos campos contienen sus propias jerarquías de cual es la «correcta» clase de cursivas o negritud de pertenecer. Los dominicanos raramente, si acaso alguna vez, han tenido cabida dentro de esas categorías de identidad. En vez de mantener la posición que muchos otros tienen que los dominicanos tienen que aprender a ser «buenos» sujetos Latinx o negros, yo me pregunte: «¿Y si nos detuviéramos en los modos dominicanos de manifestaciones culturales —literatura, narrativas históricas, performance, objetivos conmemorativos, y así— lo que nos están diciendo, sin ninguna celebración o condenación? ¿Qué enfoque alternativo de ver nuestro mundo vemos?»

Más ampliamente, Colonial Phantoms (Fantasmas Coloniales) explora las maneras en cual las estructuras sociales coloniales formaron los supuestos espacios post-coloniales que habitamos en toda su gloria patriarcal, anti-negritud y supremacía blanca.

En los últimos años, varias publicaciones enfocadas en la sociedad dominicana y la experiencia emigrante de los dominicanos en el extranjero. ¿Puedes mencionar algunos de los autores que trabajan dentro y fuera del mundo académico y que en tu opinión piensan fuera del molde tradicional y van más allá del paradigma tradicional académico?

Cuando se trata de estudios dominicanos, no estoy segura que podemos hablar de un solo paradigma tradicional académico. En la República Dominicana, un nacionalismo conservador ha venido a informar mucho de los trabajos que tradicionalmente se han publicado. Estudios sobre anti-negritud dominicana han sido el enfoque de muchos trabajos basado en los Estados Unidos. Estos dos ángulos son diametralmente opuestos en muchas maneras. Como tal, no estoy segura de cuales se podrían referir en esta pregunta.

He tenido la suerte de ser parte de una comunidad de personas interesadas en escribir historias mas complejas sobre la República Dominicana en el idioma inglés (digo esto porque hay personas que han estado llevando a cabo un trabajo importante por mucho tiempo en R.D.). Entre ellos, incluyo a personas como Omaris Zamora, Lorgia García Peña, Anne Eller, Raj Chetty y Rachel Afi Quinn. Sólo estoy mencionando a esos que recientemente publicaron o están cerca de publicar su primer libro y que trabajan en los Estados Unidos. Para mi, escritores dominicanos o dominicanos nacidos en los Estados Unidos han sido los que más han expresado la complejidad de la cultura dominicana y su historia, especialmente personas como Aurora Arias, Rita Indiana Hernández, Nelly Rosario, Junot Díaz, Pedro Cabiya (que no es dominicano pero su Wicked Weeds es brillante) y otros. También añadiría que otro ángulo que es insuficientemente explorado es como la literatura escrita por autores haitianos y haitianos nacidos en los Estados Unidos pueden también aportar a los estudios dominicanos. Más específicamente, el hecho de que  los discursos haitianos no se enfocan en el caso dominicano, mientras que dentro de la cultura dominicana (y concomitantemente los estudios dominicanos) se ha obsesionado con Haití como una realidad o como un espectro.

¿Qué rol, si hay alguno, tienen el lenguaje, el bilingüismo y la traducción en tú labor académica?

No creo que haya un mundo en el cual el lenguaje, el bilingüismo y la traducción no tengan un rol. He tenido que lidiar con traducciones desde que emigré a los Estados Unidos siendo una niña de ocho años que no hablaba inglés. El hecho de que me especialicé en Literatura Comparativa —una especialidad en la cual traducción y el lenguaje cumplen un papel central— no me sorprende.

Algunos de los principales autores de habla hispana que yo elegí para escribir en Colonial Phantoms no han sido traducido así que yo traduje la mayoría de los trabajos que discutí en mi libro, incluyendo la poesía de Salomé Ureña y la prosa de Aurora Arias. Veo la traducción como un problema de accesibilidad; yo quiero que mi audiencia que habla inglés tenga acceso a algunos textos maravillosos.

En el 2003, cuando comencé a investigar sobre la literatura dominicana como estudiante de licenciatura, estaba en gran medida sola. Parte de eso era mi propia ignorancia de quien en la universidad podía ayudarme porque mi enfoque era literatura e historia japonesa. Sin embargo, una gran parte de eso fue que la literatura dominicana no era muy estudiada en los Estados Unidos porque la mayor parte no estaba traducida. Francamente mucho de ella no era fácil de encontrar ni en español en la isla. En esos primeros años, yo confiaba en el trabajo importante de catedráticas como Daisy Cocco de Filippis quien tomó la tarea de expandir el conocimiento y el acceso a literatura dominicana en los Estados Unidos.

Pero las cosas están cambiando. Sólo la semana pasada vi que una traducción de cuentos cortos de José Alcántara Almánzar fue publicado. Mis metas de estudio han cambiado drásticamente desde que comencé a enseñar en el 2013 con la publicación de The Dominican Republic Reader y traducción de algunos de mis libros favoritos como Papi de Rita Indiana Hernández. He sido parte de una iniciativa de Routledge que busca traducir al inglés y publicar trabajos de eruditos dominicanos. Otro gran evento que no podemos ignorar es ese momento en que Junot Díaz explotó en la escena de literatura global, que llevó a un interés académico mayor e inversión en los estudios dominicanos.

¿Qué temas/historias permanecen sin explorar dentro del campo de estudios dominicanos?

¡Muchísimos! Estoy actualmente trabajando en un libro sobre el monte y la cuestión de la  «negritud en los montes» como estético en ambos R.D. y los Estados Unidos.

Porque soy una experta literaria, quiero más trabajos sobre estéticas, género y teoría. Más allá, más personas han comenzado a trabajar sobre la relación dominicana con la Revolución Haitiana y el fascinante y poco estudiado concepto de que estos dos países fueron, en el siglo diecinueve, vilipendiados y temidos en todas las Américas. Yo quise que Colonial Phantoms fuera una contribución a este esfuerzo. Esta isla era un agujero negro (de forma literaria) en el mapa —una presencia que personas buscaban ausentar al menos que el mundo sea absorbido por su terrible orbita. Añoro por la existencia de más trabajos sobre el Santo Domingo colonial que vayan más allá del dominio Español. También añoro por más trabajos sobre cultura dominicana más allá de los temas nacionalistas o hasta de celebraciones folclóricas. Creo que personas especializadas, escritores y artistas (incluyendo artistas visuales y de las redes sociales, perfomeros y músicos) ya han comenzado a hacer mucho de esos trabajos que es muy emocionante.  

Parte de que nuestra historia es fantasmagórica porque el mundo académico le cierra la puerta a los que no tienen un doctorado aún cuando sean la persona ideal para exponer ciertos temas dominicanos. ¿Qué piensas al respecto? ¿Cómo podríamos seguir combatiendo está resistencia dentro de la academia sin sucumbir a lo que quieren?

El mundo académico no es un monolito. Algunos de los expertos dominicanistas que conozco son de los más receptivos al mundo fuera de lo académico especialmente cuando se refiere a los activistas, organizadores comunitarios, escritores y artistas. Estoy de acuerdo que dentro de los espacios académicos el título más alto que se puede obtener es un doctorado (Ph.D. por sus insignias en inglés) tendrá significado, así como necesariamente tendría significado un M.D. (doctorado en medicina) en un hospital y un J.D. (doctorado de juris) en una sala de justicia.

Yo nací en Santo Domingo, me crié en el Bronx y tuve una típica experiencia de emigrante. Ninguna de esas realidades me hizo una experta en literatura dominicana e historia así como un ciudadano blanco de Estados Unidos no lo hace un experto en imperialismo americano o en la prosa de Hemingway. Yo no entraría a un evento de la Escuela de Diseño en los Altos de Chavón esperando tener el mismo nivel de pericia y conocimiento que un egresado de ese lugar. Eso no quiere decir que no tenga conocimiento importante que aportarle al mundo. Lo que quiero decir es que tener un doctorado en las Humanidades significa algo.

Habiendo hecho esa aclaración, muchos de los eventos que he asistido son abiertos al público y he recibido el mayor interés de dominicanos sin estudios universitarios y otros que les gusta la literatura dominicana o tienen una conexión personal con el país. Hay personas que están haciendo trabajo emocionante que se involucran con la cultura dominicana que tienen un doctorado. Esto es especialmente el caso en la isla donde algunos de los académicos mas influyentes no tienen un doctorado en si. En los Estados Unidos, pienso en editores y colaboradores de la revista La Galería o los escritores del gran foro en línea de cultura Latinx Remezcla. Más allá, pienso en el trabajo de largo plazo de alguien como Miguel D. Mena. A pesar de que Mena tiene un doctorado, su página web Cielo Naranja, ha alojado trabajos de investigación académicos y no académicos de la cultura dominicana. Yo creo que es algo bueno que podamos expandir estas ideas en muchos espacios diferentes más allá del mundo universitario. ¿Deberíamos trabajar todos arduamente para hacer que estos espacios sean más abiertos? Absolutamente.

¿Cuál es el simbolismo detrás de la carátula del libro? (Pelos que cubren la cara del hombre que parece un cerebro). ¿Quién es el hombre y es que la historia dominicana es peluda en cuanto a su complejidad?

Yo respondo a muchas de estas preguntas del arte de la portada en la introducción de Colonial Phantoms. La imagen fue tomada de un trabajo de la artista dominicana-estadounidense Firelei Báez. Cuando lo vi por primera vez pensé: «Este es». Lo sentía con total convicción, rogándole a mi editorial que la escogieran en vez de otra imagen que teníamos en mente. No fue mi decisión ultimadamente, como rara vez es para los autores, pero estoy contenta de que terminaron estando de acuerdo conmigo.  

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